A los que crean les acompañarán estos prodigios:
en mi nombre echarán los demonios;
hablarán lenguas nuevas;
agarrarán
las serpientes y,
aunque beban veneno, no les hará daño;
pondrán sus manos sobre los enfermos
y los curarán.(Mc 16,17-18)
Jesús había hecho grandes
prodigios durante su vida y, antes de irse al cielo, quiere dejar a sus
discípulos el encargo de continuar con su misión. Los apóstoles habían sido
duros para creer en la Resurrección pero aun así el Señor sigue confiando en
ellos. Porque no serán sus cualidades personales ni su buena capacidad para
predicar sino el poder del Espíritu Santo que vendría sobre ellos.
Me ha llamado la atención
que Jesús prometa todos estos prodigios con tanta naturalidad. Yo sólo he
podido comprobar que en mi caso no se han hecho realidad: ni echo demonios, ni
hablo lenguas ni curo enfermos y, desde luego, no voy a hacer la prueba de
coger serpientes o beber veneno.
Tal vez si tuviera más
fe podría ver esos prodigios que Dios realiza a través de mí. Tal vez lo
que me falta es creer de verdad. Jesús ha dicho que estos signos acompañarán a
los que crean. Ahí es donde posiblemente está mi fallo, en que me falta creer
que puedo hacerlo.
Es verdad que no he
podido echar demonios, ni he tenido oportunidad de toparme con ninguno, pero sí
que he ido corrigiendo muchos pecados. Con la ayuda de la gracia he superado
muchas tentaciones.
Y no hablo lenguas, ni
siquiera me defiendo con las que aprendí en el colegio. Pero he tenido ocasión
de comunicarme con gente de países muy diversos: rusos, italianos, ingleses,
franceses, alemanes, africanos, americanos. Y nos hemos entendido por lo menos
en lo básico. Tal vez el lenguaje de la amistad y la cercanía es algo universal
que nos permite comunicarnos a todos.
Sobre coger serpientes o
beber veneno es que no se me va a ocurrir comprobarlo. Pero tal vez se pueda
entender como haber sido capaz de emprender aventuras que creía imposibles para
mí y que se han hecho realidad, o haber afrontado peligros diversos y haberlos
superado.
Y finalmente habla de
curar a los enfermos. Sé que hay muchos creyentes que dedican mucho tiempo a
estar con los enfermos y hacer que su sufrimiento sea más llevadero. No vamos a
conseguir erradicar la enfermedad del mundo pero podemos estar al lado de los
que sufren para que no se sientan solos en ese trance.
Si creo de verdad puedo
contemplar los grandes prodigios que sigue haciendo el Señor a través de sus
discípulos.
Estás en el cielo, Señor Jesús, a la derecha del
Padre. Tienes todo el poder del universo como Dios que eres. Pero no nos has
dejado, sigues con nosotros y actúas cada día para favorecernos. Nos sigues
hablando por medio del Evangelio y de los acontecimientos, nos sigues salvando
con los sacramentos, estás atento a lo que te pedimos y nos muestras tu
cercanía y además te has quedado hecho pan en la Eucaristía para que podamos
verte y adorarte.
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