El
primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será
humillado, y el que se humilla será enaltecido. (Mt 23,11-12)
Jesús no dice que no escuchen lo que dicen. Reconoce que
cuando explican la Palabra de Dios hay que escuchar su enseñanza, porque siempre
será digno de escuchar y cumplir lo que viene de Dios. Lo que Jesús rechaza es
lo que hacen: su deseo de buscar honores y privilegios y vanidades humanas como
los títulos de honor.
Frente a esta actitud sólo cabe hacer lo contrario:
buscar el último puesto y rechazar los títulos.
Según la profecía de Malaquías, si no lo hacen ellos,
Dios mismo lo hará.
¿Es una desgracia que la iglesia de hoy esté perdiendo
privilegios en la sociedad o es un don de Dios que sus discípulos puedan
anunciar el evangelio siendo pobres y pequeños?
Yo lo veo más como un don de Dios, un signo de los
tiempos. El papa ya deseó una iglesia
pobre para evangelizar a los pobres. La Palabra de Dios no va a llegar al
corazón de la gente desde el poder y la grandeza sino desde la sencillez y el
convencimiento de quien la proclama; desde el amor a este mundo herido por el
pecado que puede salvarse por la sangre de Jesús.
Nuestro referente es siempre el mismo Cristo, no hay otro. Por eso tenemos que mirarlo a él y contemplar sus actitudes, sus gestos, su vida y sus palabras.
Él siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su
pobreza; él se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo y Dios le dio
el nombre sobre todo nombre; él obedeció hasta la muerte para darnos la vida y
obtener para nosotros el perdón de los pecados, derramando su sangre; él se ha
convertido en nuestro alimento, se ha hecho el mejor pan para nosotros, ha
querido ser comido para quedarse siempre con nosotros y llenarnos así de su
amor.
Esto nos enseña que Dios realiza prodigios increíbles
cuando obedecemos su Palabra: que con nuestra pobreza podemos enriquecer a
otros; que dando la vida podemos tener y dar más vida; que negándonos a
nosotros mismos podemos llenar de amor y de alegría este mundo nuestro.
No cabe duda: el que se humilla será enaltecido. Lo hemos conocido en la persona de Jesús y también en su madre que aceptó ser la esclava del Señor y nosotros la aclamamos como la Reina del Cielo.
Oh mi Jesús, ayúdame a seguirte como tú quieres. Servirte en todo lo que me pidas, a tener los oidos atentos,no apartarme nunca de tus mandatos,que sepa estar atenta a la Palabra,huir de la vanidad,el orgullo y el aparentar.
ResponderEliminarCuando me levante por la mañana y te diga:Señor que me pides hoy? Sepa cumplir y servirte en todo,con entereza,sin quejas