La
Palabra de Dios vino sobre Juan, el hijo de Zacarías, en el desierto. Y se fue
por toda la región de Judea predicando que se convirtieran y se bautizaran para
que se les perdonaran los pecados. (Lc 3, 2-3)
Cuando el cumplimiento de
la promesa de Dios está a punto de despuntar aparece Juan el Bautista. El es el
precursor que va a preparar el camino para recibir al Mesías. San Lucas nos
dice que vino sobre él la Palabra de Dios. Juan no se ha lanzado al desierto
por su cuenta. Ha sido el Espíritu Santo que lo ha inundado con la Palabra de
Dios para convertirlo en un profeta que comunique al pueblo el mensaje. Juan no
habla de lo que a él le parece, está transmitiendo un mensaje que ha recibido y
que tiene que comunicar a los demás. Es el cumplimiento de la profecía de
Isaías: preparad los caminos del Señor. El cumplimiento también del anuncio de
Baruc: los montes se abajarán para allanar el camino.
Necesitamos que el Señor
venga. Cada año, por estas fechas recordamos todo aquello que nos hace gritar:
ven Señor y sálvanos. Porque todavía hay muchas cosas en este mundo que se
tienen que arreglar, porque todavía sigue la violencia y todavía no somos
hermanos y necesitamos que vengas a cambiar nuestros corazones, que intervengas
para que toques lo más íntimo de la gente y todos se vuelvan a ti.
Podemos encontrar muchos
signos de luz en medio de la oscuridad, sí. Podemos descubrir a muchos
creyentes que han encontrado a Jesucristo y han descubierto en el Evangelio la
razón de su vida. Podemos descubrir a mucha gente sencilla, que pasa
desapercibida pero que confía en las promesas del Señor y lucha por limpiar sus
pecados y trabaja por el Reino de Dios, muchas personas dispuestas a hacer el
bien y a alegrar la vida de su prójimo, muchas personas que encuentran fuerza
en la oración y que celebran la Eucaristía con verdadero entusiasmo
descubriendo a Cristo vivo entre nosotros. Los montes se abajan y los valles se
levantan. El Señor está cerca, muy cerca de nosotros y podemos abrirle nuestra
casa.
Como san Pablo que descubre
al Señor en la vida de los filipenses y sabe que llevará a término la buena
obra que ha comenzado en ellos y también que ora y pide a Dios por su
comunidad, yo también me alegro por todo lo que Dios está haciendo y elevo mi
oración.
Yo
también quiero prepararte el camino. Haré más oración, me despojaré más de mis
apegos, miraré más hacia ti y te daré gracias por todo lo que me das
constantemente.
Ven
pronto, Señor. Haz conocer tu gloria para que todos puedan mirar hacia ti y crean
en tus palabras, para que se aleje la violencia de entre nosotros y crezca el
amor y la fraternidad, para que aprendamos a amarnos por encima de todas las
diferencias y sepamos valorarnos y respetarnos.
Ven
pronto, Señor y deja al mundo contemplar tu gloria para que no perdamos la
esperanza en los momentos difíciles, para que tengamos claro que ni la muerte
puede apartarnos de ti y gocemos al saber la gloria y la felicidad que nos
espera.
Ven
pronto, Señor, para que nos ilusionemos con tu mensaje y no dejemos de trabajar
por tu Reino.