No
penséis que he venido a abolir la ley y los profetas; no he venido a abolir
sino a dar plenitud. (Mt, 5,17)
Jesucristo
nos quiere comunicar la auténtica sabiduría. Una sabiduría que no es exclusiva
de una élite de mentes privilegiadas sino todo lo contrario, que está al
alcance de los más sencillos, es más, sólo siendo pequeños es como podremos
alcanzarla. Es la ciencia del Señor, que nos viene como un don del Espíritu.
Podemos entablar
con él una auténtica amistad, porque siempre está atento al que lo busca. En
ese trato amistoso con el Señor podemos ir descubriendo cosas extraordinarias
incluso de nosotros mismos. Podemos escuchar su Palabra revelada, meditar lo
que él ha predicado y nos sorprenderemos al ver cómo siempre nos transmite algo
nuevo. Es una Palabra viva que se dirige en exclusiva al que la quiere
escuchar. Podemos también enriquecernos espiritualmente con los dones que nos
llegan a través de los sacramentos: el perdón de los pecados, la salud y la
vida, la comunión de su cuerpo y sangre, la vida nueva y el don del Espíritu
Santo.
La sabiduría
de conocer a Jesucristo nos prepara para la vida. Es una ayuda para afrontar
los problemas y para enfrentarnos al dolor y a la muerte; es una luz para
caminar y superar nuestras limitaciones, para encontrarnos con el hermano o
para transformar este mundo.
Cuando Jesús
nos dice que viene a dar plenitud a la ley es porque quiere llevarnos al
conocimiento pleno de Dios. No quiere que nos conformemos con un cumplimiento
externo de normas, porque ése no era el objetivo de los mandamientos, sino que
vivamos en plenitud como verdaderos hijos de Dios y hermanos de todos. El cumplimiento
de normas puede llegar a ser una carga pesada, pero el conocimiento de
Jesucristo es una ley de libertad.
Esta plenitud
está en vivir el amor como la norma suprema. Así, sin que nadie nos tenga que
poner límites estaremos cumpliendo con alegría todos los mandamientos y además
llegaremos más lejos porque la meta es llegar a vivir la Bienaventuranzas.
Al estar en tu presencia y experimentar
todo lo que me has dado siento que tu ley se queda escrita dentro de mi
corazón. Es la fuerza que me impulsa a perdonar siempre y a dejar de pensar en
mí para buscar siempre el bien del otro. El descubrimiento de todo lo que tú
haces cada día por mí me lleva a mirar a todos con los ojos que tú los miras, descubriendo la dignidad de cada persona, que ha valido tu entrega y tu sangre.