¡Quítate
de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios! (Mc 8,33)
Ya en el
momento de las tentaciones del desierto, Satanás intentó convencer a Jesús para
que buscara un estilo de vida más glorioso y se alejara del camino de la cruz. En
realidad este viene a ser el pensamiento de los hombres: triunfar, disfrutar,
poder y tener.
Dios hace las
cosas de otra manera, porque lo que quiere es salvarnos del pecado y liberarnos
de todas las esclavitudes. Para eso vino al mundo su Hijo querido.
Jesús no
habría podido salvarnos poniéndose en el lugar de los privilegiados. ¿Quién se
hubiera sentido entonces identificado con él? Para salvarnos, Jesús tenía que
ocupar el último puesto, entrar en el mundo tomando parte del sufrimiento de
los más desfavorecidos. ¿Quién podrá ser más pobre que un condenado a muerte de
forma injusta? Éste es el destino del Salvador, éste es el puesto que ha
ocupado nuestro Señor. Así es como piensa Dios y nos deja sin palabras.
¿Dónde está
Dios? Se pregunta muchas veces la gente ante las desgracias que inundan el
mundo, ante el sufrimiento de los inocentes. ¿Dónde está Dios?
Hoy está
huyendo de la guerra y buscando un hogar seguro, está siendo degollado por los
violentos o quemado vivo o arrojado al vacío, está perdiendo su vida en el mar,
muriendo arrastrado por una corriente de agua debajo de un puente, está
padeciendo el dolor de todos los pobres de nuestro mundo de hoy con sus
injusticias y desigualdades. Ahí lo podemos encontrar sin lugar a dudas.
Sabiendo esto,
¿Podré ser discípulo de Jesús buscando privilegios y comodidades? Está claro
que no. Para ser discípulo hay que dejar de pensar como los hombres y pensar
como Dios. Para seguirlo hay que cargar con la cruz.
Ya me animaste, Señor, a ser un odre nuevo,
para que este vino nuevo que vienes a traer no reviente dentro de mí. Yo no
podré llegar a una transformación tan grande si no es con tu ayuda. Sabes que
me entusiasma tu proyecto y que deseo seguirte hasta el final. Pero no puedo
negar que soy débil y no puedo hacer
nada sin ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario