Maestro:
¿Cuál es el mandamiento principal de la ley? (Mt 22,36)
Jesús aprovecha una vez más la pregunta malintencionada para
dar una enseñanza que se pueda quedar grabada fácilmente. Yo me atrevo a decir
que es una de las más importantes.
Los mandamientos que Moisés entregó a los israelitas en el
desierto señalaban los pecados que había que evitar, decían sobre todo lo que
no hay que hacer: no robarás, no matarás… ciertamente eran unos mandamientos
elementales pero llenos de sabiduría, eran una ley que podría ayudar al pueblo
a vivir en paz en la tierra que Dios les iba a dar. Sin embargo la ley se
volvió en su contra. Al no cumplir estos mandatos se hicieron merecedores de la
condena.
Pero Jesús nos va a enseñar los mismos mandamientos desde un
espíritu nuevo, el del amor. Por eso no nos señala las cosas que no hay que
hacer, sino que sencillamente nos indica que amemos a Dios y al prójimo. Como diría
San Pablo, el que ama ya tiene cumplida toda la ley.
Al decir “Amarás” le está dando a la ley la plenitud. Porque
el amor no se conforma con evitar el mal sino que busca positivamente el bien. El
que ama no sólo se abstendrá de robar sino que estará dispuesto a darlo todo,
no se conformará con no mentir sino que defenderá siempre la verdad… el amor
siempre nos llevará mucho más lejos que la ley de Moisés.
Por eso estos dos mandamientos los vemos hechos realidad en
la persona misma de Jesús. Él ha sabido amar a Dios con todo su corazón y le ha
obedecido plenamente aceptando su voluntad y Él ha sabido amar al prójimo hasta
el extremo de entregar su vida para la salvación de todos.
Tus mandamientos son
una propuesta maravillosa en la que puedo dedicar toda mi vida, es el ideal
para superarme cada día y revisar el camino andado. Pero también me recuerdan
constantemente mi debilidad y mi inclinación al pecado. Por eso siento que te
necesito a ti para poder vivir así. Tú me ofreces tu compañía y me alimentas
con tu propia carne y sangre para que se haga realidad un amor tan
extraordinario.