"Estos últimos trabajaron nada más que
una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del
trabajo y el calor durante toda la jornada". (Mt 20,12)
El Señor siempre nos desconcierta, de alguna
manera, en sus parábolas. Seamos sinceros, a nosotros tampoco nos parece justo
que un patrón pague lo mismo a quien ha trabajado todo el día, que a quien sólo
ha trabajado una hora. Ciertamente todos funcionamos con los criterios de este
mundo. Para nosotros la justicia significa recibir lo que te mereces por tu
trabajo o por tu esfuerzo. Pero en la mente de Dios las cosas son de otra
manera.
Dios se nos ha revelado como un Padre
misericordioso, que nos mira como a hijos queridos. La justicia de Dios está
marcada por el amor y no por los méritos personales. Un Padre así no da a sus
hijos lo que se merecen sino lo que necesitan. Los obreros de la viña que han
trabajado una hora necesitan el denario para su sustento y el de su familia y
por eso, el dueño de la viña les da lo mismo que a los otros.
Cuando entiendo así la justicia de Dios, siento
primero el agradecimiento. Porque sé que Dios no me va a juzgar según mis
pecados sino que me mira con amor de Padre y está siempre atento a lo que
necesito. Por eso ha entregado Cristo su vida para mi salvación sin que yo
mereciera nada.
Pero al sentirme así amado por mi Padre tengo que
aprender a mirar a los demás también con esta forma peculiar de entender la
justicia. Tendré que ser paciente con el que no entiende o con el que se
equivoca y hasta con aquel que hace el mal. A veces tendré que estar más
cercano y más amable con quien menos se lo merece porque será el que más lo
necesita. Y cuando soy capaz de actuar de esta manera estoy conociendo más
profundamente a Dios y puedo llegar a comprender todo lo que ha hecho por mí.
Señor Jesús,
has dado tu vida por mí sólo porque me amas como soy, a pesar de mis dudas, de
mis pecados y de mis debilidades. Has puesto para mi beneficio todo el amor que
yo no soy capaz de dar. Sabiendo mi torpeza y mi lentitud en responder no has
dudado en contar conmigo para extender tu Reino y llevar tu amor y tu Palabra a
los pobres. Nunca podré merecer tanto pero tú me lo das todo porque sabes que
te necesito, que sin ti no soy nada.