¿Crees
en el Hijo del Hombre?
Nos recordaba el papa Benedicto XVI que no se empieza a ser
cristiano por una decisión personal sino por el encuentro con una persona. Porque
es el encuentro con Jesucristo el que cambia para siempre nuestra vida y nos
hace ver las cosas con otra mirada.
En el episodio del ciego de nacimiento podemos ver también
cómo el encuentro con el Señor ha transformado la vida de aquel hombre y ya no
vuelve a ser como antes.
Por una parte le ha dado la vista, le ha traído la luz. Ya no
necesita ponerse a pedir limosna ni tiene que ser considerado hijo del pecado. Ha
recobrado la dignidad que antes no tenía. Pero por otro lado se le ha
complicado la vida: los judíos no dejan de hacerle preguntas, sus padres no
quieren implicarse y ha terminado expulsado de la sinagoga.
Después de este episodio Jesús vuelve ante él y le pregunta
si cree. Me pregunto cómo debió de ser aquel encuentro con el Maestro. Después de
todo lo ocurrido podría haber dado cualquier respuesta pero él se postró ante
él y dijo: Creo, Señor.
Siento la necesidad de encontrarme con el Señor para que él
me ayude a superar mis dudas y mis tinieblas. Tengo muchos motivos para poner
en él mi esperanza y confiar en el poder de su palabra, pero no faltan también razones
para dudar porque también las dificultades y los sufrimientos se hacen
presentes en mi vida. Delante de él, estoy seguro de que no podré dar otra respuesta
que decir: Creo, Señor, y postrarme ante su presencia.
Tu Palabra es una luz
en mi vida. A través de ella me revelas el inmenso amor que tienes por mí y
pones ante mis ojos la gran dignidad con la que has querido revestirme. Me muestras
así la belleza de tu proyecto de fraternidad.
Tu presencia viva es
también una luz resplandeciente. Tú caminas conmigo y me muestras de muchas
maneras tu cercanía, me tiendes tu mano para que me levante siempre que caigo y
me haces sentir tu amor de forma concreta en los signos pequeños de cada día.
Lleno de tu claridad abandonaré las tinieblas del pecado, de la tristeza o de la duda y llevaré tu
luz a mis hermanos.