En aquellos días,
después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su
resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces
verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad;
enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de
horizonte a horizonte. (Mc 13, 24-27)
La verdad es que siempre me resulta inquietante este anuncio de Jesús. Nos está diciendo que antes de su venida vendrán tiempos difíciles y de gran angustia. Los signos que nos presenta son cosas tan terribles como las estrellas cayendo del cielo y una gran oscuridad. Pero todo esto no es para perder la paz sino todo lo contrario es el momento de esperar con alegría la venida del Señor con gran poder y majestad.
Nos pone a prueba para comprobar en quién ponemos nuestra confianza y en qué ponemos nuestros intereses.
Cuando hemos conocido a Jesucristo y hemos decidió ser sus discípulos ya hemos tomado una decisión. Si de verdad es él y su evangelio nuestro único interés no tendremos ningún miedo a los cataclismos que nos anuncia este discurso. Nuestra fe y nuestros intereses no están puestos en las cosas de este mundo que al final pasarán: el cielo y la tierra pasarán. Si hemos dedicado nuestros intereses a las cosas de este mundo nos llevaremos un gran disgusto, porque todo se tambaleará y llegará a su fin. Serán entonces días de gran angustia. Pero si hemos puesto nuestro corazón en Jesucristo y su Evangelio no perderemos nada importante: sus palabras no pasarán.
Los que hayan vivido para su propio bienestar
y sólo han pensado en sí mismos se verán frustrados pero los que han vivido
para los demás han ido preparando un gran tesoro en el cielo y brillarán como el fulgor del firmamento.
Hoy estamos también en una especie de
apocalipsis con la pandemia, el volcán los anuncios de apagón, la crisis
económica. Y en muchos lugares del mundo se vive el horror de la guerra y la
violencia. No sé si será el final pero sí es, una vez más, la oportunidad para
demostrar quién sigue el camino de Dios y hace el bien.
En medio
de mis propias contradicciones espero Señor tu venida gloriosa que todo lo
renueve.
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