Jesús le contestó: «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.» Pilato le dijo: «Conque, ¿tú eres rey?» Jesús le contestó: «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.» (Jn 18,36-37)
Ante la pregunta de Pilato Jesús da una respuesta desconcertante, afirma que es rey. Pero no de este mundo. Son palabras que nos hacen pensar. Él mismo explica lo que pasaría si fuera como un reino de este mundo, que su guardia habría salido a defenderlo, dispondría de un ejército armado y tendría un poder claro sobre los demás. Su reino es de otro mundo, de otro estilo, pertenece a otro ámbito porque está en la intimidad misma de Dios. Su Reino mira a Dios y a su bondad, a su misericordia, a su amor entrañable de Padre.
En segundo lugar Jesús habla de la verdad. Él es testigo de la verdad y el que es de la verdad escucha su voz. Tendríamos que deducir que quien no escucha su voz no es de la verdad.
Los que lo han llevado ante Pilato para
condenarlo a muerte se han valido de la mentira, frente a ellos Jesús es
testigo de la verdad.
Jesús es mi rey verdadero. Así quiero
reconocerlo y por eso quiero ponerme a su servicio. Es un rey poderoso pero no
me impone nada por la fuerza. Él quiere convencerme con el ejemplo, con el
testimonio de la verdad y lo hace dando su vida y perdonando. En toda su
entrega he sentido el poder de su realeza.
Él es mi rey porque me ha ganado con su amor.
Su reino no es de este mundo. Ya vemos como
funcionan los reinos de este mundo buscando el poder y tratando de conservarlo
a toda costa, muchas veces por medios bastante dudosos. El reino de Jesús es el
Reino de Dios. Se basa en el amor, en la lucha por la justicia y el trabajo
para aliviar la pobreza y el sufrimiento de los pequeños.
Es también el anuncio de un mundo nuevo
donde seamos de verdad felices sin ningún tipo de dolor y esta utopía tenemos
que ir haciéndola realidad cada día con nuestro esfuerzo, aunque nos cueste la
vida.
Los reinos de este mundo pasan, unos dan
lugar a otros. El poder es efímero como todo lo humano. El reino de Jesucristo
no tendrá fin. A la hora de tomar una decisión mejor es unirse a esta causa que
va a traspasar las fronteras del tiempo y hasta de la muerte.
Tú
eres mi rey, Señor Jesucristo. El rey de los reyes y Señor de señores, el
príncipe de la paz. Tú nos has librado por tu sangre del poder de nuestros
pecados, así nos has ganado y nos has convertido en miembros de tu Reino Santo.
Tú nos has convertido también en sacerdotes de Dios por eso quiero ofrecer mi
vida con la tuya para hacerme como tú un sacrificio agradable y verdadero.