«Despierta, tú que
duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz.» (Ef 5,14)
Estamos viviendo unos momentos muy difíciles,
estoy seguro de que nuestra cuarentena no está resultando agradable para nadie.
No quiero ser ingenuo pero pienso que se nos ofrece una oportunidad para buscar
a Cristo. Es un momento en el que vemos
la fragilidad humana y la necesidad de Dios. Por eso, apoyándome en la Palabra
de Dios propongo buscar a Cristo y dejar que venga sobre nosotros su divina luz.
La luz que ilumina nuestras tinieblas.
Nosotros, por nuestra cuenta somos
tinieblas, tenemos que reconocerlo: nos domina el pecado, nos paraliza la
tristeza, nos sentimos incapaces de nada.
Pero viene Cristo y nos levanta, nos llena
de luz, él es nuestra luz.
La luz de Jesucristo se irradia y llega a
los demás por eso también ilumina las vidas de los otros.
Con esta luz divina nos vuelve la alegría y
la esperanza porque nos permite ver con claridad y el Señor nos llena siempre
de ánimo.
Y, a pesar de nuestra fragilidad, con la luz
del Señor nos sentimos capaces de todo: de amar, de perdonar, de cambiar el
mundo… porque el Espíritu del Señor nos invade como invadió a David y lo hizo
grande y valiente.
Vamos a despertarnos, como nos dice Pablo,
para buscar a Jesucristo que nos trae la luz. Aprovechemos nuestros días de
encierro para orar y para dejar que Dios nos diga algo a través de su Palabra. Aunque
sea duro lo que estamos viviendo lograremos sacar algo provechoso para nosotros
y para los demás.
Déjame
sentir la fuerza de tu luz dentro de mí. Levántame y resucítame para que llegue
a ser útil para mis hermanos y pueda darles consuelo en este momento de
dificultad.