Uno
de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz,
y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano.
(Lc 17,15-16)
y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano.
(Lc 17,15-16)
En la vida
ordinaria sabemos que hay que ser agradecidos y demostramos nuestra buena
educación aprendiendo desde pequeños a decir “gracias”. También es necesario
mirar a Dios con gratitud por todo lo
que recibimos de Él.
Cuando damos
gracias hacemos un acto de humildad porque reconocemos que hemos recibido algo
que se nos ha regalado. Nos damos cuenta
de que lo que hemos recibido no era un derecho nuestro sino un don que se nos
otorga. Y como todo es un don no podemos apropiarnos nada de forma egoísta sino
que todo ha de servir para la gloria de Dios y el bien de los hermanos.
En la parábola sólo vuelve dando gracias el
samaritano. Los otros nueve tal vez pensaron que tenían derecho a ser curados
por ser judíos. Por eso a él se le anuncia que su fe lo ha salvado. Todos han
sido curados pero sólo uno ha sido salvado.
Cuando damos
gracias estamos reconociendo el amor del Padre que se nos hace presente hasta
en los más pequeños detalles. Podríamos orar reconociendo todo lo que Dios nos
ha dado en nuestra vida. Pensar detalladamente en todos los dones recibidos:
las cosas importantes como la vida, la familia, el amor… las cosas pequeñas de
cada día como una sonrisa, un gesto de cariño, un saludo o una sencilla oración…
las cosas materiales como la casa, el trabajo, el alimento… y también los dones
espirituales como el perdón de los pecados, la oración, la fe, la esperanza en
la vida eterna…
Son muchos
bienes los que el Señor ha derrochado sobre nosotros.
Señor Jesús, yo también estaba manchado con
la lepra del pecado y tú has tenido compasión de mí. Me has devuelto la carne
sana con tus palabras de vida, con tu entrega hasta la muerte y con tu resurrección.
Me has llamado para servirte y me has enviado tu Espíritu para que actúe conmigo y me ayude a superar
mis limitaciones. Me has rodeado de personas que me hacen llegar tu amor cada
día con su cercanía. Todo lo que hay en mí es un motivo para darte gracias de
todo corazón.
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